Los seres humanos somos así. En vez de aceptar la felicidad de lo que es, buscamos que el otro nos de lo que queremos. Y para lograr aquello que pensamos que será mejor para nosotros, estamos dispuestos a engañarnos o a engañar, a torcer las palabras o los sentimientos.
Sin embargo, más allá del ego distorsionador, nuestro ser interior, alma, dios personal o como lo queramos llamar, siempre está ahí, señalando el camino correcto, pero ¿cuándo pararemos a escuchar?
Sí, el alma habla en voz muy baja, y sólo se la oye cuando estamos en silencio. No puede imponerse en medio del ruido de mil distracciones. Si eres capaz de escucharla, si eres capaz de atender, reconocerás su voz.
Y te conmoverá.